
Gianella Iriarte, tiene 23 años. Después de haber experimentado con ciertas carreras y universidades, por fin encontró lo que le gusta, y a lo que se va a dedicar el resto de su vida, la fotografía.
Hasta ahora la rama que más le apasiona, es la foto publicitaría, aunque en realidad le gustan todas.
Su objetivo principal en la vida, es devolverles a sus papas con creces todo lo que han hecho y siguen haciendo por ella.
SERES ANÁLOGOS
La sociedad en la que vivimos esta siendo influenciada por personas que nos suelen mostrar realidades no existentes: prototipos de vida, cuerpo, comida, etcétera; patrones que suelen ser bien definidos y desean mostrarnos lo que vendría a ser una “vida perfecta”, llena de lujos, viajes, restaurantes, y más. Una propuesta completamente irreal, puesto que nadie tiene la vida perfecta y más allá de tener todo lo material, existen cosas mucho más importantes que esas.
Este proyecto va dirigído a todos aquellos que se sientan identificados, incluyendo a las nuevas generaciones, en el mundo cibernético de las influencias, en donde personas (youtubers, instagramers, influencers) te dicen como tienes que ser, que debes vestir o comer, para ser aceptado o aceptada por una sociedad, sino también, en un mundo lleno de filtros que te ayudan “a verte mejor” o “más bello/a”, cuando en realidad lo que hacen es desvalorizarte como ser humano, darle valor a un rostro inexistente, transformándote así en una persona que no eres, con el color de ojos que no tienes, con el maquillaje y una piel tersa, que no solo te hace más bello/a, sino menos tu, a pesar del dolor.
Este proyecto va dirigído a todos aquellos que se sientan identificados, incluyendo a las nuevas generaciones, en el mundo cibernético de las influencias, en donde personas (youtubers, instagramers, influencers) te dicen como tienes que ser, que debes vestir o comer, para ser aceptado o aceptada por una sociedad, sino también, en un mundo lleno de filtros que te ayudan “a verte mejor” o “más bello/a”, cuando en realidad lo que hacen es desvalorizarte como ser humano, darle valor a un rostro inexistente, transformándote así en una persona que no eres, con el color de ojos que no tienes, con el maquillaje y una piel tersa, que no solo te hace más bello/a, sino menos tu, a pesar del dolor.









